Analicemos la situación actual del Perú, que está en camino a convertirse en un nuevo México. La sociedad mexicana se encuentra devastada por las alianzas que se dieron entre los grandes cárteles y la clase política, por la forma en que la policía se corrompió a más no poder, al punto que las personas les temen tanto o más que a los delincuentes. Esto ha llegado a tal nivel que la corrupción, entendida como el mal manejo de los recursos públicos, resulta menos cruenta que la que se vive en las calles; gente desaparecida, secuestrada, extorsionada o robada.
México es un país donde no ir a votar carece de sanción, situación que llevó al establecimiento de grandes maquinarias de movilización y de prácticas cuestionables que han afectado su democracia. Tal vez por eso acabar con la hegemonía del PRI no significó mucho en la práctica. Hoy, el electorado fija su mirada en AMLO. Si las elecciones fueran hoy día, el candidato de MORENA ganaría pero no lo son. Falta mucha campaña por delante. Ya antes tuvo ventaja importante y no pudo concretar su victoria.
México posee muchas cosas a su favor:
- Población suficiente para ser un mercado atractivo (existen productos que se quedan solamente en el país porque la demanda nacional los consume totalmente).
- Cultura ancestral (atractivo de playas hermosas y vestigios de civilizaciones ancestrales).
- Recursos naturales.
- Población amable.
Sin embargo, el país vive preso en un conflicto del cual no puede salir.
Cuando comparamos al Perú con México, no sólo estamos hablando de la anomia que uno ve por calles y plazas, sino de lo que pasa con nuestras autoridades. La presencia de alcaldes, incluso en la propia Lima o muy cerca de ella, que pertenecen a bandas delincuenciales o tienen apodos como el de “metralleta”, no deberían dejarnos indiferentes. Ya no se trata de casos excepcionales, sino de una tendencia creciente. La delincuencia común, las bandas organizadas y el narcotráfico se están infiltrando en los niveles de decisión de nuestra sociedad al punto que ya no es posible ignorarlos. La pregunta es, ¿qué se está haciendo para frenar esta situación?
Necesitamos que de una vez por todas cambios articulados en todos aquellos temas que tienen que ver con la participación electoral, con la constitución de organizaciones políticas, con el financiamiento de las agrupaciones electorales, con las limitaciones para ejercer algunos cargos o inclusos para poder participar de una elección.